Los Templos de Khajuraho

  

Khajuraho, ciudad de templos, centro de un reino glorioso, es además el hogar de una de las tradiciones más antiguas y esotéricas de la antigua India, el Tantra. Su pureza ha sido desvirtuada, pero en Khajuraho uno puede comprender que sus enseñanzas, inmortalizadas en piedra, confieren a la sexualidad un carácter espiritual.

    Cada mañana, los rayos del sol naciente restablecen la vieja vida de las innumerables figuras, recordándonos la mortalidad del hombre y la inmortalidad de su genio. La elegancia y la tolerancia que plasmaron los escultores consigue transformar los aspectos mundanos de la vida en un arte sin par. Las estatuas retratan una sociedad sana y liberada, donde mente y cuerpo estaban en armonía con el espíritu, una sociedad donde el arte y la ciencia combinaron felizmente espiritualidad y sexualidad. Los templos, dedicados a dioses y diosas, representan la igualdad de los sexos que existió en el país. Curiosamente, esta visión social se producía cuando Europa, a pesar de creerse el ombligo del mundo, estaba atravesando uno de sus más oscuros momentos.

    Los templos de Khajuraho son una de las maravillas de la India, inmediatamente detrás del Taj Mahal y equiparables a Benarés, Jaipur y Delhi. En los albores del s. XI, la arquitectura de la India medieval alcanzó la perfección, sin la utilización de arcos ni bóvedas.

    Estos monumentos son soberbias manifestaciones de la arquitectura indo-aria, pero son los elementos decorativos con que fueron profusamente embellecidos los que ha dado tanta fama a Khajuraho. Los escultores han representado muchos aspectos de la vida en la India de hace un milenio: dioses y diosas, guerreros y músicos, animales reales y mitológicos... Pero dos temas aparecen de continuo y con mayor detalle que en cualquier otro lugar: la mujer y el sexo. Las figuras en piedra de apsaras o “damas celestiales” están omnipresentes en cada templo.

    La fama de Khajuraho se debe más a la decoración esculpida de las fachadas de sus templos que a la calidad intrínseca de sus monumentales catedrales construidas en la llanura donde antaño se alzaba la capital de un reino poderoso.

    Los templos fueron erigidos por los rajás de la dinastía de los Chandela, que reinó en el extremo norte del Decán entre los s. X y principios del XIII. Pero gracias a la decadencia de la región desde finales del s. XI, los templos sobrevivieron a los asaltos musulmanes y a la posterior anexión de la provincia por los sultanes de Delhi en  1310. Con su desaparición de la escena política, Khajuraho, que contaba con unos 85 templos en los momentos de mayor esplendor, vio como su población disminuía y la maleza se apoderaba de las tierras cultivadas a su alrededor. Esta capital, venida a menos, ya no presentaba un interés suficiente para los conquistadores por lo que sus prestigiosos edificios cayeron en el olvido, hasta el punto de escapar a las destrucciones de la iconoclasia islámica. Khajuraho sobrevivió olvidada hasta su descubrimiento en 1840 por el ingeniero británico T. S. Burt. El Khajuraho actual es sólo un fragmento minúsculo de su magnífico pasado.

    Al observar el entorno de las construcciones, es inevitable que nos asalten preguntas como ¿por qué y cómo fueron erigidos aquí? Khajuraho se halla distante, hoy al igual que mil años atrás, de las grandes rutas comerciales y lejos de cualquier núcleo importante de población. No hay nada que justifique tal conjunto arquitectónico, e incluso la ingrata climatología veraniega, resulta seca y polvorienta en demasía. Tras la elección de tan extraño enclave, ¿cómo consiguieron los Chandela reclutar la mano de obra necesaria para convertir sus ambiciosos sueños en piedra? La monumental edificación de tantos templos en prácticamente sólo cien años debió de requerir un enorme contingente de brazos humanos.

LAS ESCULTURAS ERÓTICAS

    El arte de Khajuraho ofrece un fantástico repertorio de escenas que años atrás se calificaron de licenciosas y pornográficas. No se tratan de escenas aisladas, ocultas a la visión de los fieles, esculpidas en la sombra como en Pompeya y Herculano, sino que el tema erótico constituye el motivo principal de la fachada de los santuarios.

    Las parejas de amantes –mithuna- aparecen junto a las divinidades del panteón hinduista. Sin falso pudor ni voluntad de herir sensibilidades, las intenciones de los escultores se centran en el acto de conjunción de los cuerpos masculinos y femeninos. Las representaciones eróticas ofrecen toda la gama de posiciones y posibilidades del Kama Sutra. Algunas suponen unas contorsiones atléticas asombrosas, otras, resultan hasta divertidas. ¿Cual es la razón de un repertorio semejante en los lugares de culto? En la mitología hinduista, la perfección divina reside en la unidad. La separación existente en la naturaleza entre masculino y femenino -hombre y mujer- crea tensión y provoca el deseo de la unión, la necesidad de crear a imagen de los dioses. Una vez realizada esa unión de los complementarios, empieza a emanar la serenidad.

     Como el principio de toda existencia terrenal está sometido a la oposición masculino-femenino, su conjunción expresa el acto creacionista, simbolizada por la unión de los distintivos masculino y femenino. Los símbolos del lingam -falo de Shiva, el dios creador- y del yoni -vagina de Shakti, la diosa madre, cuya hija, Parvati, es a su vez la esposa de Shiva- decoran multitud de templos hindúes.

    Las esculturas eróticas forman a menudo grupos de personajes, cuya disposición de cuerpos y actitudes, se enmarcan a veces en unos esquemas simétricos gobernados por el trazado de un mándala. Así, el conjunto adquiere una composición de forma geométrica, bien sea triángulo, hexágono u octágono.

    La desnudez se rechaza con frecuencia y deja paso a la utilización de una decoración culta, verdadero arsenal de seducción que sacraliza y ritualiza el acto amoroso: largos collares que se adaptan a la forma del pecho, cuellos muy ceñidos, diademas, pendientes, anillos y pulseras, cinturones sueltos, etc. Todo ello pertenece a un lenguaje iniciático, ilustrando una vía que confiere al acto sexual su dimensión cósmica y lo sitúa en armonía con el ritmo del universo.

 

LOS TEMPLOS DE KHAJURAHO

    Al contemplar los templos, se puede apreciar un profundo contraste entre sus paredes exteriores -llenas de alboroto y actividad-, y su parte interior o sanctorum -simple y serena- como una analogía entre cuerpo y alma. Los templos en Khajuraho son una celebración del hombre como la imagen del cuerpo del dios, y del hombre, como la casa del dios. La mayoría de ellos, están dedicados a uno de los tres dioses hindúes que conforman la trinidad santa -Brahma el creador, Vishnú el preservador y Shiva el destructor-, así como poseen, en su interior, monumentos que representan el lingam o falo creador de Shiva. Desafortunadamente, los templos se están viendo dañados por el sonido y las vibraciones originadas por los vuelos que operan desde el aeropuerto, a sólo 3 Km. A pesar de los esfuerzos realizados por ciertas organizaciones, el Departamento de Arqueológica de la India no ha considerado el asunto como grave.

    Los templos tántricos de Khajuraho constituyen uno de los más bellos exponentes de la arquitectura indo-aria, y están agrupados en 3 grupos: Occidental, Este y Meridional.

    En el grupo occidental se hallan los principales templos. Uno de los mayores y más antiguos -pues data del 950 d.C.- es el de Lakshmana, dedicado a Vishnú. El templo de Kandariya Mahadeva es el más grande, alto y de mayor perfección artística de Khajuraho, y fue terminado a mediados del s. XI. Su torre más alta mide 31 metros y está decorado con 872 estatuas de dioses, demonios, músicos, bailarinas y amantes de sofisticado erotismo. De hecho, Las esculturas en este templo son visiblemente más delgadas y esbeltas, y muestran la variedad más rica de ninfas en posturas animadas. Sin embargo, el Templo de Matangeshvara es el único en el que, al parecer, se siguen oficiando ceremonias. En su garbhagriha o santorum hay uno de los Shiva-lingas más grande de la India del norte, con más de dos metros y medio de altura.

    El Templo de Citragupta es el único que está dedicado a Surya, dios del Sol, montado en un carro de siete caballos que huyen de la noche. Un templo de asombroso parecido al de Citragupta, es el de Jagadambi, que está dedicado a Kali, la terrible encarnación de Parvati, esposa de Shiva. Es uno de los templos con mayor carga sensual y erótica de Khajuraho. Otros templos de cierta importancia en este grupo occidental son el de Vahara, dedicado a una reencarnación de Vishnú, y el exuberante templo de Nandi, dedicado a Shiva.

    El grupo del Este se compone de tres templos jainitas rodeados por una empalizada, uno fuera de ella, y otros tres hindúes. El más relevante es el templo de Brahma, que originalmente fuera dedicado a Vishnú. Consagrado a Vamana, una encarnación de Vishnú, el templo de Vamana se diferencia de los demás por la ausencia casi total de escenas eróticas.

    De todos los templos jainitas, el Parsvanatha es el mejor conservado. Con sus perfectas torres y agujas, y una bella representación de Shiva y Parvati en actitud amorosa, podría considerarse el más fino de Khajuraho.

    En el grupo Meridional existen dos templos interesantes. Junto al río Khedar está el templo de Duladeo, dedicado a Shiva. Este templo tiene muchas características individuales que lo distinguen del resto de los templos de la región. Las ninfas que bailan y los ángeles volando muestran la tensión vigorosa y un gran dinamismo. El otro templo es el de Chaturbhuja, cuya importancia deriva de que es el único que no posee esculturas eróticas en Khajuraho.

EL SENTIDO DE LAS ESCULTURAS

    No hay consenso sobre qué significan las esculturas pétreas de Khajuraho: interpretaciones del Kama Sutra, escuela de iniciación para los adeptos tántricos –tantrikas- o reflejo de una sociedad liberal.

    Otra explicación de las esculturas eróticas de Khajuraho sería la de comprobar la sinceridad de los devotos. Si permanecen imperturbables ante la visión, entrarán en el templo y adquirirán un control total de los sentidos. Los débiles, turbados, no entrarán en el templo y duplicarán sus esfuerzos para dominarse.

    A. Menen, en su libro “Inde”, afirma que las estatuas tienen un claro objetivo comercial. El templo hindú, a pesar de ser un lugar de culto, no era ni una iglesia ni una catedral. Sin duda era un lugar de encuentros sociales, en el que la presencia de las devadasis –servidoras de dios- lo convertía en una especie de burdel camuflado. De hecho, fue el puritanismo inglés el que prohibió que hubiera devadasis en los templos.

    Según esta controvertida hipótesis, desde el recinto del templo se entraba en la natya-mandapa, donde las danzas eróticas de las devadasis “condicionaban” al cliente antes de hacerlo pasar a la bhoga-mandapa, el área del goce. Lo que parece cierto, es que en la India brahmánica medieval, tres instituciones complementarias vivían en perfecta simbiosis: el matrimonio hindú, el harén, y el templo-burdel...

    Pero, ¿cómo se encajaba esto en la sociedad? Según André Van Lysebeth, autor de “Tantra, el culto de lo femenino", los brahmanes se embolsaban el dinero, y el maharajá cobraba impuestos a los templos. El maharajá poseía un harén, que hacía escasear la “mercancía” disponible en el mercado, y los hombres eran prácticamente canalizados hacia el templo, gracias a lo cual, sus “ofrendas” alimentaban el tesoro real y permitían al maharajá mantener su harén, su palacio y su ejército.

    Aunque el brahmanismo se ha nutrido ampliamente del tantrismo, del cual ha tomado en préstamo muchas prácticas mágicas y procedimientos sexuales, sin embargo son los brahmanes y no los tántricos los que han comercializado el sexo en el templo. Un culto centrado en la Diosa, la Shakti, excluye la explotación comercial de la sexualidad femenina por parte del Hombre.

LA UNIDAD, PERFECCIÓN DIVINA

    El juego mágico del amor que se contempla en Khajuraho se inscribe en la perspectiva de los Tzantra, doctrina filosófica referida a ciertas prácticas rituales de la India antigua, que llegó a su momento de máximo esplendor en el s. X.

    Los textos tántricos completos más antiguos, los Tantras, fueron escritos hacia el año 600 en forma de diálogo entre el dios Shiva y su esposa Parvati, diosa de la energía, explicando los conceptos e incluyendo las fórmulas místicas para alcanzar poderes sobrenaturales. Pero además de estos textos, también se localizan algunos elementos tántricos en los Vedas, las escrituras hindúes más antiguas. La tradición hindú menciona 64 Tantras, pero en realidad existen muchos más, cada uno con su lenguaje secreto en clave y sus propias ideas y rituales.

    En la filosofía tántrica, la realización del individuo pasa por disciplinas físicas –shadana- relacionadas también con el yoga. Se basa en el símbolo del encuentro de las energías femenina y masculina: el concepto de la unión sexual y espiritual de Shiva y Parvati como principios masculino y femenino del universo. Por lo tanto su objetivo es la consecución de la unidad, pues esta constituye sabiduría y el logro de la liberación. La iluminación no se logra negando el mundo ni negándose uno mismo, sino contemplándolo en el seno de la realidad trascendental, fundido en ella. “Uno debe elevarse por medio de lo mismo que le hace caer”, tal como reza uno de los textos sagrados.

    Mientras que las enseñanzas de los darshana requieren una larga serie de reencarnaciones para lograr la fusión con el Absoluto, el Tantra aspira a identificarse con la divinidad en la presente existencia. El Tantra tiene dos ramas: el dakshinamarga o vía de la derecha, en la que se tiende a concentrarse más en la interpretación intelectual de los textos, y el vamamarga o vía de la izquierda, cuya técnica se encamina a dirigir toda la energía liberada en el acto sexual al fin cósmico de la fusión con la divinidad, admitiendo toda una serie de elementos que están proscritos de las vías ortodoxas, como el sexo, el vino, la carne, el pescado, e incluso algunas prácticas alucinógenas. En las prácticas “de la izquierda” se exaltar lo que para el individuo normal es ilícito, para luego, acumular en uno mismo el potencial que encierran las energías sexuales. Este sistema especulativo y ritual trata de obtener el conocimiento salvador y la unión con lo divino mediante la ciencia esotérica, tal como explica el Tantrashastra, un tratado que versa sobre las ciencias ocultas del sistema del Tantra.

    Para los practicantes del Tantra o tantrikas, la mujer y los valores que ella encarna son sagrados, y por tanto, respetados. Como resultante final, la visión del Tantra y de las esculturas eróticas que podemos contemplar en Khajuraho han sido deformadas por la sociedad occidental y transformadas en un culto al sexo. Sin embargo, la utilización del placer sexual como medio para alcanzar la trascendencia espiritual es uno de los muchos caminos que el hombre, en su búsqueda del conocimiento interior para acceder a la unión con lo divino, ha utilizado. En ese aspecto, en definitiva, no se diferencia de cualquier otra religión. Diferentes métodos para conseguir el mismo resultado.

 

LAS DEVADASIS

    Devadâsî es una voz sánscrita que significa “esclava o servidora de Dios”. Las Devadasis eran las bailarinas sagradas que estaban al servicio del templo, y a las que se debe la pervivencia del baile clásico indio hasta nuestros días. Se trataba de una curiosa institución que no sólo tenía encomendada la función de adorar a la divinidad a través del baile, sino que además, como servidoras del templo, podían ser requeridas por sacerdotes y peregrinos para sus satisfacción sexual. Eran seductoras bayaderas, cultas, que sabían bailar, cantar, y eran sobre todo expertas en las artes amatorias. La experta Devandana Desai en su libro “Esculturas eróticas de la India” dice que “la institución de las devadasis, cuyo origen se remonta a los cultos de la fertilidad, se convirtió en un medio de goce bajo la cubierta de una forma de culto. En la época medieval, el número de devadasis aumentó en los templos porque las escrituras sagradas recomendaban ofrecer las hijas al templo.

     La Bhavisya Purana (I,98,67) prescribe comprar muchachas hermosas y después ofrecerlas al templo para alcanzar el Suryaloka. Los príncipes, al igual que los sacerdotes medievales, exigían que se mantuvieran a las devadasis en los templos”.

    Su doble función de bailarinas y expertas en las artes amatorias perduró hasta la primera mitad del siglo XX.

 TANTRA Y KAMA SUTRA

    El Tantra no niega ningún aspecto de la vida, porque ése significaría la negación de dios mismo, encontrando la chispa divina en la belleza y la fealdad, superando ambos, deseo y aversión, es su última meta.

    La filosofía del Tantra divide el cosmos en el principio masculino y femenino. El principio masculino tiene la forma y el potencial, la femenina tiene la energía. Uno no puede alcanzar nada sin el otro, pues se manifiestan en todos los aspectos del universo. Nada puede existir sin su cooperación y coexistencia. Este principio también se contempla en el Taoísmo, con los conceptos del ying y el yang.

    Según el Kama Sutra, el disfrute sexual es complementario al bienestar moral, material y espiritual de una persona, y no se considera tan pecaminoso e inmoral como en las filosofías occidentales. El sexo es tan natural como el sol y la lluvia, como el alimento y bebida. No es algo que deba ser ocultado produciendo un sentimiento de culpabilidad. El placer es tan esencial como el alimento para nuestra existencia, pero como todo, debe ser perseguido con moderación y precaución. El objetivo del Tantra y de los templos en Khajuraho, es controlar el sexo, no ser un esclavo de él.


 

Respetable Jñápika Gurú Dr. Pablo Elias Gómez Posse.

E Mail: aum_jnapika_satya_guru@hotmail.com

gurupabloelias@uolpremium.net.co
 

 

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