Marcel Proust:
La degradación humana por medio del amor.
... una lectura fragmentada.

 

  



 

INTRODUCCION

El siguiente comentario pretende ser simplemente una invitación a la lectura de la obra de Marcel Proust. No te pierdas en el camino y recuerda que antes que mis tonterias, está la genialidad de Marcel Proust.

 Enfrentemos su monumental texto, En busca del tiempo perdido, de compleja arquitectura y que requiere diversos niveles de comprehensión que permiten múltiples lecturas:  esta lectura que comparto, es tan solo una más.

 Haremos del texto, tu y yo, una lectura fragmentada partiendo de UN AMOR DE SWAN y ubicaremos dos polos que peligrosamente se tocan a lo largo de la obra, como vía para la degradación humana a partir de sus personajes protagónicos: Swann y Odette.
Quizá para algun incipiente lector, sea necesario recordar que Un amor de Swan, texto por sí mismo independiente, se encuentra ubicado dentro de la gigantesca obra En busca del tiempo perdido en el siguiente nivel: 

  1. Del lado de los Swann: a) Combray.
    b) Un amor de Swann
    c) Nombres de región: El nombre.
  2. A la sombra de las muchachas en flor.
  3. Del lado de Guermantes. (partes I y II)
  4. Sodoma y Gomorra. (partes I y II)
  5. La prisionera.
  6. La fugitiva.
  7. El tiempo recobrado.
Según lo expuesto, Un amor de Swann es un fragmento del total de la obra, sin embargo, presenta una estructura anecdótica completa que nos permite una lectura por separado del total de la obra. De ahí que te he propuesto una lectura fragmentada.

 Hay en Marcel Proust un uso de frases largas, laberínticas, que analizan y comprueban el paso de una memoria afectiva a una memoria efectiva en la cual los sentidos se embotan, descomponiéndonos a una sociedad que por sí misma se degrada, tal y como como nuestra sociedad homosexual, por sus vicios y por el manejo de una distorsionada voluntad ética.

Esta frase larga se pliega a la atracción de los sentidos, recreándonos una narracion en la que la metáfora se cierra y se abre para fragmentarlo todo y para ordenarlo todo en la conjunción de un microuniverso que, a su vez, surge de un macrouniverso en donde la flor, la música, el amor, la mujer como la parte femenina del hombre, el hombre, el erotismo, nos permiten una lectura que va de lo crítico a lo perverso.
Por eso en Proust hay una lectura que es
críticamente perversa.

Estamos ante una lectura perversa de la frase larga, ante una lectura de un laberinto perverso.

Pero también hay en Proust una lectura ingenua a partir de la frase corta, simple, que analiza en lentos recorridos lo que su contraparte crítica realiza analógicamente con un ritmo y una música en la que se afirma o se niega todo un vocabulario introspectivo, pletórico del yo óntico de Proust. De ese yo que nos legó a Swann y a Odette como si fueran dos ejes a partir de los cuáles se genera una llama doble como bien señalaría Octavio Paz, llama que ilumina un territorio que pertenece al amor y que:

 es un espacio imantado por el encuentro de dos personas
(La llama doble, Seix Barral, 1993, pág., 34).

 Personas que se unen y se funden en una pasión y por esa pasión se degradan en contínua negación de sus mismidades puesto que, según nos indica George Bataille,

queremos resueltamente lo que pone a nuestras vidas en peligro
(El erotismo, Tusquets Ed.)

 peligro que llega a niveles escatológicos, obscenos, perversos y, por ende, degradantes.

 Seamos puestos, ante semejante perspectiva, en el sendero de la obscenidad y de la degradación: tanto tú, mi querido lector, como yo, tu narrador.

Y de las frases largas no te inquietes, serán un pequeño homenaje a Proust.

 






GENESIS
(1)

Si revisamos el índice del texto de Barthes,
Fragmentos de un discurso amoroso
llegaremos a notar que falta una palabra. Esa palabra sería justamente degradación, palabra que curiosamente, iría antes de y junto a demonios, posiblemente porque la degradación que se da en una pareja (y a mí me interesa la pareja homosexual), sea provocada por los demonios de la naturaleza humana, naturaleza contradictoria que transgrede incesantemente las fronteras de un triángulo cuyos vértices son:
la sexualidad, el erotismo y el amor.
Resultados de tan contradictoria naturaleza hay muchos y muy antiguos desde épocas egipcias y grecolatinas, tan vasta ha sido la producción y la creatividad del género humano en este sentido, producción con la que confirmamos lo humano que somos a partir de nuestras vidas.
Julián Marías nos ha dicho sobre la vida:

La vida se hace hacia adelante; el hecho de que acontece, su temporalidad, le marca esa dirección y ese avance en que su futurición consiste.
(Antropología Metafísica. Alianza Universidad, 1987, pág. 86.)

 Por eso los personajes que me ocupan están arrojados en sus vidas hacia un futuro incierto, en el que la única certeza es la muerte: desde la espiritual, que es el amor, hasta la física.
La anécdota por la que conocemos a Swann y a Odette parte de una velada en casa de la familia Verdurin (cuyo comportamiento es el de unas auténticas verduras humanas), surgiendo de ese encuentro en poco tiempo un amor apasionado del que resultará una hija. Sin embargo, el desarrollo de ese sentimiento no será ortodoxo, sino tortuoso y enfermizo: Odette, aún y a pesar de ser la señora de Swann, no perderá su categoría de cocotte.
Odette se convierte así en el signo de la apariencia. Por un lado será dama honorable y por el otro, una dama con una irredenta naturaleza galana, dentro del más puro estilo medioeval del amor cortés.   En este punto, más que interesarme la anécdota, me interesa el amor que se da antagónicamente entre ambos personajes y la degradación que conlleva todo este proceso.
Entre amor y erotismo se deben vincular dos palabras esenciales: erotismo y sensualidad. Grube, en su estudio sobre el pensamiento de Platón, nos ha dejado dicho que el amor tiene siempre un objeto y su relación con este objeto es de deseo (Grube, G.M.A.: El pensamiento de Platón. Gredos, 1987. Pág. 61). Y al deseo lo alimenta EROS, daimon o Dios del cual Platón, por boca de Sócrates, nos dice:

(Hay muchos démones que) ... en efecto, son numerosos, y de todas clases, y uno de ellos es también eros.
(Platón. Diálogos. Gredos, 1990. Vol. III, pág. 248)

 Este será el demonio que atrape a Swann mediante las redes de Odette y que será puesto de manifiesto cada que hacen catleya:

En esa época de la vida, el amor ya nos ha herido varias veces, y ya no evoluciona siguiendo sólo sus propias leyes desconocidas y fatales ante nuestro corazón asombrado y pasivo. Venimos en su ayuda, lo falseamos con la memoria, con la sugestión. Al reconocer uno de sus síntomas, nos acordamos de los demás y los hacemos revivir. Como ya poseemos su melodía, grabada totalmente en nuestro ser, no necesitamos que una mujer nos diga cómo es el principio ... para saber como sigue.
(Proust, M. Un amor de Swann. Cátedra, 1988. Pág. 118.)
[En adelante, todas las citas del texto, proceden de dicha edición]

 Este falsear con la memoria será en Swann una constante hacia Odette, en tanto que le resulta una figura inasible. Proust va creando entre ambos personajes una ilusión de amor y paulatinamente nos irá ubicando en una realidad mezquina al irse desvaneciendo la ilusión para dar paso al egoísmo, a la posesión, a la obsesión de los celos y a la perversión, perversión que se resume en la degradación. De tal suerte que con Odette se cumplirá lo que ya Marcial auguraba en uno de sus Epigramas:

Las mujeres exceden con mucho a los hombres en libertinaje y depravación.
Las mujeres decentes no existen.

(Brusendorff, O. Una historia del erotismo. Ediciones MYLSA, 1963. Pág. 76).

 Y Odette, que nunca fue una mujer decente y sí demasiado mujer, será el elemento que irá degradando progresivamente el amor de Swann, un Swann tibio, cuyo amor parte de la siguiente frase:

¡Qué agradable sería tener una persona así en cuya casa se pudiera encontrar esa cosa tan rara que es un buen té.
(Proust. Op. cit., pág. 152)

 Cita en la que Proust asocia dos elementos importantes:
El primero es el de la persona, palabra de origen etrusco que significa máscara de actor y sobre la que Octavio Paz agrega:

 ... el amor exige como condición previa la noción de persona y ésta la de un alma encarnada en un cuerpo.
(Paz, Octavio. Op. cit., pág. 129.)

 El segundo elemento es el de asociar persona con buen té, ya que de acuerdo a Okakura Kazuzo, hacer un buen té es toda una filosofía de la vida en la que se conjuga tanto una ética como una religión en un concepto integral del hombre y la naturaleza. De tal modo que es de lamentarse que una naturaleza humana carezca de té.
Y lo cierto es que Odette carecía de té.

 En la Cámara del té el temor
a la vuelta de los que fueron
está siempre presente.

(Kakuzo, O: El libro del té. Premiá Ed. 1981, pág. 58.)

 Y fue en una cámara del té donde Swann se fue entregando a Odette, la Odette Céfora de Boticcelli que tanto le gustaba a Proust mediante sus lecturas de Ruskin.
La pintura, la música: la sonata en casa de los Verdurin/Vegetales y ese Swann que irá asociando e integrando a su imaginario la figura de Odette, para ir afirmando ese amor voluptuoso, erótico, del Swann que es capaz de faire catleya:

 ... sencillo vocablo que empleaba inconscientemente cuando querían significar el acto de posesión física -en el que, por cierto, no se posee nada- ... Y acaso esa manera especial de decir 'hacer el amor' no significaba exactamente lo mismo que sus sinónimos.
(Proust. Op.cit., pág. 171)

 Swann irá instrumentando paulatinamente lo que Bataille denomina la transgresión indefinida, porque:

Una primera licencia limitada puede desencadenar el impulso ilimitado de la violencia.
(Bataille, Op. Cit., pág. 93)

 Y que mejor transgresión para los convencionalismos que el faire catleya que, efectivamente, llevaría a la violenta degradación del amor entre Swann y Odette. Particularmente a partir del momento en que Odette se convierte en el objeto erótico de Swann y hasta el punto en el que ella se connota como una prostituta o mejor dicho, como una cocotte:

 ... la prostitución es consecuencia de la actitud femenina. En la medida de su atractivo, una mujer es el blanco del deseo de los hombres. A menos que prescinda del todo de ella tomando partido por la castidad, la cuestión es en principio saber a qué precio, en que condiciones, cederá.
(Proust. Op. cit., pág. 183.)

 Una parte de la degradación en el amor de estos dos personajes, queda en evidencia por la prostitución de Odette tanto con Swann como con Forcheville, o con otros.
Odette era una amujer fácilmente entretenible:

 ... si aquel mes ayudaba a Odette en sus dificultades materiales con menor liberalidad que lo había hecho en el mes último, en el que se le había dado cinco mil francos, y si no se le regalaba un collar de brillantes que deseaba, no reavivaría en ella ... aquella gratitud que le hacía tan dichoso, y hasta corría el riesgo de hacerle creer que su amor por ella disminuía al ver reducidas las manifestaciones de aquél cariño. Entonces ... se preguntó si aquello no era precisamente 'entretenerla' ... y si no se podía aplicar a Odette desde que la conocía ... esa palabra ... de 'mujer entretenida'.
(Proust. Op.cit., pág. 216)

 Bajo estas consideraciones, tranquilamente podemos agregarle a Odette un calificativo ya señalado por Bataille, el de  baja prostituta.
(Bataille. Op. Cit., pág. 187)

 Baja prostituta en tanto su sexualidad manifiesta es rebajada a una animalidad entretenedora que transgrede el amor de Swann hasta la degradación misma. Degradación que constituye un factor de erotismo en esa relación:

La degradación era para sus víctimas un camino sin salida, pero el aspecto degradado del erotismo tuvo una virtud de incitación...
(Proust. Op. Cit., Pág. 192)

 

 






 

ANAGNORISIS
(2)

 

En este juego de degradador/degradante, hay un consentimiento mutuo que permite esa condición miserable contra la dignidad humana:

Como la vida humana es el bien, hay, en la degradación aceptada, decisión de escupir sobre la vida humana.
(Bataille. Op. cit., pág. 192)

 ... y agrega Proust:

 Y entonces Swann la detestaba ... su odio, al igual que su amor, necesitaba manifestarse y actuar, se complacía llevando cada vez más lejos sus malignas fantasías, porque, gracias a las perfidias que prestaba a Odette, la odiaba todavía más, y podría si fueran ciertas -como intentaba imaginarse- tener ocasión para castigarla y saciar en ella su creciente rabia.
(Proust. Op. Cit., pág. 258)

 La degradación entrevee el camino del sadomasoquismo.
Ahora, la condición humana del ser amado ha dejado de ser socráticamente atópica para sencillamente ser anulada por el odio de los celos:

Como una divinidad maléfica, los celos inspiraban a Swann y lo empujaban a su ruina.
(Proust. Op. Cit., pág. 340)

 ... los celos, como uno más de esos numerosos démones socráticos generadores, en éste caso, de odio. Odio que por ese carácter anulatorio volvía a Odette el objeto amoroso ausente, fuente de un sufrimiento el cual crece al recordar las palabras de Fromm:

En el amor se encuentra al fin un remedio para la soledad.
(Fromm, E. El arte de amar. Paidos, 1984. Pág. 88.)

 Para este momento, Swann y Odette cohabitan en un desierto de soledad.
Ante este sufrimiento por ausencia, Barthes nos contesta:

La ausencia amorosa va solamente en un sentido y no puede suponerse sino a partir de quien se queda -y no de quien parte-: yo, siempre presente, no se constituye más que ante tú, siempre ausente. Suponer la ausencia es de entrada plantear que el lugar del sujeto y el lugar del otro no se pueden permutar; es decir: 'Soy menos amado de lo que amo'.
(Barthes, R. Fragmentos de un discurso amoroso. Siglo XXI, 1977. Pág. 45.)

Y de este menos amor, surge la frustación que lleva a la mentira y al engaño, nuevas facetas de esta degradación que por ser tal, es desgraciada y egoísta:

La verdad que ansiaba era la que le iba a decir a Odette; pero él mismo, para obtener esa verdad, no temía recurrir a la mentira, a aquella mentira que no cesaba de pintar a Odettecomo una vía de degradación para toda criatura humana. En suma, mentía tanto como Odette, porque era más desgraciado, y no menos egoísta.
(Proust, M: Op. Cit., pág. 334)

 En este punto, Proust hace suyas las palabras de Platón:

Lo semejante siempre tiene que ser amigo de lo semejante.
(Platón. Op. Cit., Vol. I, pág. 297)

 Palabras con las que se iguala Swann con Odette justo en el mismo nivel:
se merecen el uno al otro.

 Swann se encuentra en las redes de Odette, redes que hacen eco del siguiente pensamiento:

Si me encuentro
poco a poco
en tus redes
como loco

sumergido
yo me troco
en cabriolas
que no toco.

 (Cortés Sánchez. Aún ahora. Gaceta CUDECH. Núm. 4. Mayo de 1990, pág. 23)

 ... ideas que en la novela nos aclara el narrador de la siguiente manera:

Y aquella enfermedad que era el amor de Swann se había multiplicado tanto ... que había acabado por formar un todo con él, hasta tal punto que no era posible arrancárselo sin destruirlo casi por completo:
como se dice en cirugía, su amor era ya inoperable.
(Proust. Op. Cit. , pág. 267)

 El amor de Swann, preso en las redes de Odette que lo enferman hasta la locura y que lo imposibilitan para tocarla, para alcanzarla, hasta niveles de parálisis, puesto que ella se aleja mas y más de él con una perversidad obscena que produce placer:

... el placer sólo es posible por cuanto viola alguna prohibición; la felicidad deja de ser tal cuando no puede ser justa.
(Gorsen, P. El principio de lo obsceno. Roca, 1974, pág. 11)

 Estamos ante una relación desesperanzada y angustiante hasta la muerte, en la que sus dos personajes se han cubierto de fango. Y el fango, al haberse secado, los petrifica y no les permite libertad de movimientos, a excepción de pensamientos analíticos, maniáticos y persecutorios, desarrollados masoquistamente en Swann por fabricar celos a partir de amor:

Así, por efecto de la misma alquimia de su enfermedad, después de haber construido celos con amor, se ponía a fabricar tanta ternura y compasión hacia Odette. Ya era otra vez la buena, la encantadora Odette.
(Proust. Op. Cit., pág. 262)

 Pensamiento que refleja y resalta la condición trágica de este amor como una resultante de errores acumulados por los que el hombre padece efectiva y afectivamente una soledad en la que le carcome el virus de los celos, virus que le genera la conciencia de una gran angustia.

 Swann irá perdiendo poco a poco su propia identidad acercándose con ello a la muerte, único final posible para quien vivió con la desesperanza, el temor y el miedo ante una vida lúdica con el ser amado. Ser que será degradado perversamente hasta reducirse a una cosa amada bajo las vertientes del fuego y del deseo: fuego de la pasión humana y del deseo animal en medio de una geografía devastada, tópico desgastado por una degradación que deshumaniza y desplaza hacia las causas perdidas del alma, mostrando la descomposición humana en la que abunda una miseria ontológica, miseria que les impide conocer sus almas.

 Hay entre Swann y Odette el misterio que representan el uno hacia el otro como personas: Swann irá hasta la obsesión con el fin de conocer minuto a minuto lo que Odette hace con su tiempo. Dice Octavio Paz que el amor es subversivo (Op. cit., pág. 81), pero al mismo tiempo es caída y vuelo, elección y sumisión. ( Op. Cit., pág. 97).

La obsesión de Swann es subversiva, aunque finalmente le lleve a elegir la caída en una sumisión en la cual será el señor que exige vasallaje, sin darse cuenta que el vasallo ya lo es él, en tanto que su libertad se canaliza hacia un afán de posesión total de Odette, elemento clave en la degradación de los dos personajes:

 el deseo de exclusividad puede ser mero afán de posesión ( Paz. Op. Cit., pág. 117) y este deseo con su correspondiente pasión, serán deshilados por Proust a lo largo de su obra en una relacion de dominio y servidumbre en la que los papeles se alternan: ¿No es Swann el siervo al admitir los diversos amantes de Odette y no es Odette la sierva que espera pacientemente su paga? Esta mutua servidumbre es llevada a excesos obscenos en tanto lo obsceno es un atentado deliberado contra el pudor ( Gorsen. Op. Cit., pág. 91), contra ese falso pudor que Odette manifiesta; de esa misma Odette que está dispuesta a hacer catleya con quien mejor sus caprichos cubra, hecho que nos lleva inevitablemente a las proféticas palabras del libreto de Halevy y Meilhac en relación al texto de Mérimée:

 El amor es un gitanillo que jamás la ley conoció.
Si tu no me amas, te amo yo;
si yo te amo:
¡Ten mucho cuidado! ...
crees tenerlo, el te evita;
crees evitarlo, el te tiene.
(Halevy y Meilhac. Libreto para la ópera CARMEN. Daimon, 1983.)

   Esta es una degradación subversiva que responde también al concepto que nos proporciona D. H. Lawrence:

El hombre es una bestia mudable
y las palabras cambian de significado junto a él
y las cosas no son lo que parecen
y lo que es se convierte en lo que no es.
(D. H. Lawrence. Sexo y literatura. Fontamara, s/f. Pág. 48.)

 Las mentiras de Swann y Odette se irán convirtiendo en verdades: los cambios de amantes se darán como si de obsesiones se trataran.

 Recordemos como al inicio Odette va desplazando poco a poco a una joven obrera en el imaginario de Swann: la realidad se va degradando y al degradarse, los personajes pueden asumir todo en perpetua metamorfosis. Odette sería en palabras de Lawrence, una ninfa, ya que no está en la naturaleza de una ninfa ser constante (Lawrence. Op. Cit., pág. 83). La mutante naturaleza femenina transgrede la eternidad de una ninfa. Pero en el amor, si se pretende como amor único, debe satisfacerse el requisito de la exclusividad a fin de que el cuerpo piense lo que el alma concretiza y se logre la unión de esos contrarios. Swann siente por Odette algo que él cree que es amor, aunque no reconoce la categoría de amor único puesto que se convierte en un ser incapaz de amar: Ha tenido ya a tantas, que quizá por eso irá cayendo en una espiral obsesiva que tocará los límites de la locura ... una locura nacida de la inconstancia, de la inestabilidad, de la minusvaloración proyectada en la multiplicidad de cuerpos sin sentido que resultan en una erotización hueca: degradada.

 





 

EPILOGO
(3)

Recordemos las siguientes palabras de Octavio Paz:

El amor está compuesto de contrarios ...
que
no pueden separarse y que viven sin cesar en
lucha y reunión con ellos mismos y con los otros.
Estos contrarios, como si fuesen los
planetas del
extraño sistema solar de las pasiones,
giran en torno de
un sol único.
Este sol también es doble:
la pareja.
Continua transmutación de cada elemento:
la libertad escoge la servidumbre,
la fatalidad se transforma en elección voluntaria,
el alma es cuerpo y el cuerpo es alma.
... Amamos a un ser mortal como si fuese inmortal.
(Paz. Op. Cit., pág. 131)

 Podemos finalizar agregando que, entre el amor y el erotismo, existe la posibilidad de la degradación por el miedo y la mentira, por la incapacidad propia de los seres que nacen muertos al amor, tal y como las almas que se pierden mutuamente dentro de un cosmos imaginario.

 Nuestra lectura críticamente perversa ha juntado esos polos que Proust nos ofrece en este ejemplo concreto, caminando de la mano con los Swann.

Y tú, mi querido lector:

¿Participas de los seres que han nacido muertos al amor?, ¿Eres de aquellos que se lamentan de nunca poder alcanzar al príncipe azul, cuando lo que les corresponde es solamente un sapo   ... a lo largo y a lo ancho de esta Feria de Vanidades?


MARCO ANTONIO CORTÉS SÁNCHEZ

En la Ciudad de México, a los 17 días del mes de junio de 1994.


 

Respetable Jñápika Gurú Dr. Pablo Elias Gómez Posse.

E Mail: aum_jnapika_satya_guru@hotmail.com

gurupabloelias@uolpremium.net.co
 

 

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