La luna ha
fascinado a la humanidad a través de los tiempos. Mediante la simple
observación con el ojo desnudo, uno puede distinguir dos grandes tipos de
terrenos: las mesetas relativamente brillantes y las llanuras más oscuras. A
mediados del siglo XVII, Galileo y otros astrónomos tempranos realizaron
observaciones telescópicas, notando un solapamiento casi infinito de cráteres.
Se ha sabido también durante más de un siglo que la Luna es menos densa que
la Tierra. Aunque se han averiguado muchas cosas sobre la Luna antes de la
edad espacial, esta nueva era ha revelado muchos secretos difícilmente
imaginables antes de esta época. El conocimiento actual de la Luna es mayor
que el del resto de los objetos del Sistema Solar exceptuando la Tierra. Esto
conduce a una mayor comprensión de los procesos geológicos y una mejor
apreciación de la complejidad de los planetas terrestres.
El 20 de Julio
de 1969, Neil Armstrong se convirtió en el primer hombre que pisó la Luna.
Fue seguido por Edwin Aldrin, ambos pertenecientes a la misión Apolo 11.
Ellos y otros caminantes lunares experimentaron los efectos de la falta de atmósfera.
Se emplearon las comunicaciones por radio ya que las ondas de sonido sólo
pueden ser oídas cuando viajan a través de un medio como el aire. El cielo
lunar es siempre negro debido a que la difracción de la luz requiere la
presencia de una atmósfera. Los astronautas también experimentaron la
diferencia gravitacional. La gravedad lunar es un sexto de la gravedad
terrestre; un hombre que pese unos 82 kilogramos (180 libras) en la Tierra,
pesará sólo 14 kilogramos (30 libras) en la Luna.
La Luna está a
384,403 kilómetros (238,857 millas) de la Tierra. Su diámetro es 3,476 kilómetros
(2,160 millas). Tanto la rotación de la Luna como su revolución alrededor de
la Tierra duran 27 días, 7 horas y 43 minutos. Esta rotación síncrona está
causada por la distribución asimétrica de la masa de la luna, lo que ha
permitido a la gravedad terrestre mantener un hemisferio lunar permanentemente
girado hacia la Tierra. Las liberaciones ópticas han sido observadas mediante
telescopios desde mediados del siglo XVII. Liberaciones muy pequeñas pero
reales (máximo aproximado de 0°.04) son causadas por el efecto de la
gravedad solar y la excentricidad de la órbita terrestre, perturbando la órbita
de luna y permitiendo la preponderancia cíclica del momento torsor en las
direcciones norte-sur y este-oeste.
Cuatro
estaciones sísmicas alimentadas por energía nuclear fueron instaladas
durante el proyecto Apolo para recoger datos sobre el interior de la Luna. Sólo
existe una actividad tectónica residual debida al enfriamiento y a la acción
de las mareas, pero otros lunamotos han sido causados por impactos de
meteoros y objetos artificiales, como la destrucción deliberada del Módulo
Lunar contra la superficie lunar. Los resultados obtenidos han demostrados que
la Luna tiene una corteza de unos 60 kilómetros (37 millas) de espesor en el
centro de lado cercano. Si esta corteza es uniforme en toda la Luna,
constituiría el 10% del volumen lunar comparados con menos del 1% de la
Tierra. Las determinaciones sísmicas de la existencia de una corteza y un
manto en la Luna indican que se trata de una planeta estratificado con
diferenciación por procesos ígneos. No hay evidencia de la existencia de un
núcleo rico en hierro si no es pequeño. La información sísmica ha influido
en las teorías sobre la formación y evolución de la Luna.
La Luna fue
fuertemente bombardeada en su historia temprana, lo que originó que muchas de
las rocas originales de la antigua corteza se mezclaran, fundieran, enterraran
o desaparecieran. Los impactos meteóricos aportaron una gran variedad de
rocas "exóticas" a la Luna, de tal forma que las muestras obtenidas
en sólo 9 de las zonas produjeron muchos tipos diferentes de rocas para su
estudio. Los impactos también sacaron a la luz rocas lunares situadas a gran
profundidad y distribuyeron sus fragmentos sobre amplias zonas alejadas de su
origen, haciéndolas más accesibles. La corteza subyacente fue también
adelgazada y fragmentada, permitiendo que el basalto fundido del interior
alcanzara la superficie. Como la Luna no tiene ni atmósfera ni agua, los
componentes de los suelos no se deterioran químicamente como lo harían en la
Tierra. Rocas con más de 4,000 millones de años todavía existen allí,
permitiendo la obtención de información sobre la historia temprana del
sistema solar que no está disponible en la Tierra. La actividad geológica en
la Luna consiste en un grandes impactos ocasionales y la formación continua
de los regolitos. Sin embargo, se considera que está geológicamente muerta.
Con una historia temprana tan activa de bombardeo y un final relativamente
abrupto de los grandes impactos, la Luna se considera fosilizada en el tiempo.
Los Apolo y el
resto de misiones lunares han vuelto a la Tierra con 382 kilogramos (840
libras) de rocas y suelos. A partir de estos se han estudiado tres grandes
tipo de materiales superficiales: los regolitos, los mares y las terrazas. El
bombardeo de micrometeoritos ha pulverizado concienzudamente las rocas
superficiales produciendo unos detritus de grano fino denominados regolitos.
Los regolitos, o suelo lunar, son granos minerales no consolidados, fragmentos
de roca y una combinación de estos que han sido soldados en forma de cristal
por los impactos. Se puede encontrar sobre toda la superficie lunar, con la
excepción de las paredes inclinadas de los valles y cráteres. Tienen de 2 a
8 metros (7 a 26 pies) de espesor en los mares y puede sobrepasar los 15
metros (49 pies) en las terrazas, dependiendo del tiempo que haya estado
expuesta la roca subyacente al bombardeo de meteoritos.
Los oscuros
mares, con relativamente pocos cráteres, cubren aproximadamente el 16% de la
superficie lunar y se concentran en el lado cercano de la Luna, principalmente
dentro de las cuencas de impacto. Esta concentración podría ser debida al
hecho de que el centro de masas de está desplazado de su centro geométrico
unos 2 kilómetros (1.2 millas) en dirección a la Tierra, probablemente
debido a que la corteza es más gruesa en el lado oscuro. Es posible, por lo
tanto, que los magmas de basalto procedentes del interior hayan alcanzado fácilmente
la superficie en el lado cercano. pero encotraron dificultades en el lado
lejano. Las rocas de los mares son basaltos y la mayoría tiene una edad que
va de 3,100 a 3,800 millones de años. Algunos fragmentos en las brechas de
las mesetas tienen una edad de 4,300 millones de años y las fotografías de
alta resolución sugieren que algunos flujos en los mares rodean cráteres jóvenes
y, por lo tanto, podrían tener una edad de 1,000 millones de años. Los mares
tienen un espesor medio de pocos cientos de metros pero son tan masivos que
frecuentemente deforman la corteza subyacente lo que produce depresiones
parecidas a fallas y cordilleras levantadas.
Las mesetas
relativamente brillantes, cubiertas de cráteres son llamadas terrazas. Los cráteres
y cuencas de las mesetas se forman por los impactos de meteoritos y son, por
lo tanto, más viejos que los mares, habiendo acumulado más cráteres. El
tipo de roca dominante en esta región contiene altos índices de feldespato
plagioclásico (un mineral rico en calcio y aluminio) y son mezcla de
fragmentos brechados por los impactos de meteoritos. La mayoría de las
brechas de las terrazas están compuestas por fragmentos de brechas todavía más
viejos. Otras muestras de las terrazas son las rocas cristalinas de grano fino
formadas por fusión de impacto debido a las altas presiones que se generan en
los impactos. Casi todas las brechas de las terrazas y la masa fundida por los
impactos se formó hace 3,800 o 4,000 millones de años. El intenso bombardeo
empezó hace 4,600 millones de años, que es la edad estimada del origen de la
Luna.
La Luna en
Números |
|
|
Masa (kg) |
7.349e+22 |
Masa
(Tierra = 1) |
1.2298e-02 |
Radio
ecuatorial (km.) |
1,737.4 |
Radio
ecuatorial (Tierra = 1) |
2.7241e-01 |
Densidad
media (gm/cm^3) |
3.34 |
|
|
Distancia
media desde la Tierra (km.) |
384,400 |
Período
rotacional (días) |
27.32166 |
Período
orbital (días) |
27.32166 |
Velocidad
orbital media (km./seg.) |
1.03 |
|
|
Excentricidad
orbital |
0.05 |
Inclinación
del eje (grados) |
6.68 |
Inclinación
orbital (grados) |
18.3-28.6 |
|
|
Gravedad
superficial en el ecuador (m/seg^2) |
1.62 |
Velocidad
de escape en el ecuador (km./seg.) |
2.38 |
|
|
Albedo
geométrico visual |
0.12 |
Magnitud
(Vo) |
-12.74 |
Temperatura
media de la superficie (día) |
107°C |
Temperatura
media de la superficie (noche) |
-153°C |
Temperatura
máxima de la superficie |
123°C |
Temperatura
mínima de la superficie |
-233°C |
Ahora, después
de la visión Astronómica la visión Astrológica
Luna:
Representada por un semicírculo. Simboliza el alma, la personalidad.
Principio matricial de fecundidad, de reproducción, de crecimiento. Ella es
la sensibilidad, la imaginación, el inconsciente, sueño, memoria, el
instinto maternal, lo irreal, el mito, lo prelógico, el sentimiento.
Según la
astrología antigua, la órbita de la Luna limitaba el mundo de la luz y de la
libertad, aquella del destino. La Luna y las tres fases o las tres formas:
sombra, creciente, plenitud, simboliza las peripecias del destino del alma y
su rol en la evolución humana. En forma decreciente, ella es el alma y sus
dos direcciones, medio y unión entre el Espíritu y la Materia, que, según
sus fases de creciente y de decreciente, se torna hacia lo Infinito del Cielo,
se orienta hacia su liberación, o regresa hacia la Tierra y se ata sometida
por el destino. Llena y luminosa ella refleja el Principio Supremo, y en su
período de desaparición, es el alma atravesando la experiencia de la muerte.
Los mitos de la Luna exponen claramente el carácter intermediario, reflector
y transitivo de la energía lunar en todas las manifestaciones nuevas de la
vida, es toda forma resultante de la fusión creadora del Espíritu con la
Materia y sus transformaciones, la parte activa de la germinación de un
grano, de la gestación física de un ser humano, o de la eclosión de la
conciencia a un estado nuevo. La Luna en astrología simboliza la personalidad
humana y también el alma, reflexiones temporarias del Espíritu que les
anima. La Luna también guarda la significación de Madre de las entidades
humanas manifestadas; según la Vedanta está considerada la Madre de las
almas, su lugar de residencia después de la muerte y antes de su reencarnación.