La práctica de
determinados ejercicios asegura erecciones mucho más potentes que en el no
iniciado, incluso, y además el lingam puede estar erecto durante horas sin
debilitarse. Así, la potencia sexual masculina ya no está limitada, y lejos de
agotar la energía física o psíquica del varón, la erección las exalta.
Durante la excitación
sexual, los nervios genitales relajan las válvulas de los tejidos esponjosos del
cuerpo cavernoso, permitiendo así el flujo de sangre: el pene flácido levanta la
cabeza. ¡Debemos retener que la erección comienza por una relajación! Incluso
sin excitación erótica, factores puramente fisiológicos pueden producirla, es el
caso clásico de la erección matinal debido a la vejiga llena. Sin embargo la
mayoría de las erecciones provienen de una estimulación cerebral, y por tanto
dependen del psiquismo. Conclusión: la casí totalidad de las impotencias tienen
una causa psíquica y no fisiológica.
Cuando el lingam se
levanta porque está lleno de sangre, ésta es retenida en el órgano por la
contracción de los músculos compresores y eyaculadores, que mantienen así la
erección. Después de la eyaculación estos músculos se relajan, la sangre corre y
el lingam se ablanda.
Y
ahora hablemos de músculos, ¡porque el lingam tiene músculos! Los músculos
bulboesponjosos acercan el pene endurecido al cuerpo tirando de él hacia
adelante y hacia arriba. Cuanto más potentes sean, más enérgicamente se
levantará el lingam, pero también, hecho capital, como lo envuelven por la base,
contribuyen a retener la sangre en el órgano, lo cual mantiene la erección.
El Tantra quiere
fortalecer estos tres tipos de músculos erectores: el compresor de la uretra,
los transversos del perineo y los bulboesponjosos. En cuanto a los músculos, no
hay ni milagro, ni misterio: el único medio infalible para fortalecerlos es el
ejercicio. Y los contactos tántricos frecuentes y prolongados los tonifican
notablemente, hasta sin ejercicios especiales.
Este hecho, por sí solo,
explica por qué en el tántrico los años, lejos de debilitar su vigor sexual -¡y
su vigor a secas!-, lo aumentan; su virilidad permanece intacta incluso a una
edad avanzada, y debe su asombroso estado juvenil especialmente a las hormonas
secretadas por sus gónadas.
LOS EJERCICIOS
Objetivos:
a) tomar conciencia del
complejo muscular genital en su conjunto,
b) fortalecerlo,
c) aislar y contraer
separadamente estos músculos.
Comparando los músculos
genitales de ambos sexos, se ve que a pesar de las apariencias son muy
semejantes, de hecho, son homólogos: ¡están los mismos músculos con los mismos
nombres! Por tanto es normal y lógico aconsejar prácticamente los mismos
ejercicios tanto a Shiva como a Shakti.
La práctica de base es
«mula bandha». Como los músculos del ano (esfínter externo e interno, más el
elevador del ano) son solidarios, gracias a «mula bandha», durante las
contracciones se ve que se traspasa la zona anal y se implican todos los
músculos del lingam: ¡hasta se siente mover el cóccix! En semierección puede
verse el efecto de esta contracción: los elevadores levantan el lingam tirando
de él. En erección completa, es parecido pero menos visible. Gracias a esos
musculos el lingam puede responder a las contracciones rítmicas del yoni, y ese
«lenguaje secreto» aporta a la pareja sensaciones voluptuosas nuevas que
intensifican la erección sin riesgo de eyaculación intempestiva.
«Mula bandha» se practica
en cualquier parte, en cualquier momento, en cualquier posición: sentado,
acostado, de pie, incluso en shirsasana, es decir cabeza abajo. Al comienzo, y
lo mismo pasa en la mujer, todo el complejo muscular reacciona en bloque. Luego,
mediante la interiorización y la práctica perseverante, se logra -objetivo
importante- disociar los músculos del lingam de los del ano y el recto.
Se aislará y se contraerá
separadamente cada uno de esos músculos, luego se los relajará a voluntad. Aquí,
la práctica del Shiva difiere de la de Shakti, porque ésta no tiene que inhibir
ninguna eyaculación: se conforma con desarrollar y controlar su musculatura
vaginal. Más tarde, hay que ejercitarse en distender los músculos cada vez más
rápido para poder, en el maithuna, relajarlos casi instantáneamente cuando se
acerca el punto límite y así evitar una eyaculación importuna.
Existe otro procedimiento
para controlar la musculatura del ano y del pene. Es muy sencillo: se puede
aprender, en el cuarto de baño, a disociar las dos operaciones, es decir, no
orinar al mismo tiempo que se evacuan las heces. Al comienzo es difícil, pero
pronto se logra con facilidad, Esto hace tomar conciencia de los músculos que
regulan la uretra y los que rigen la eyaculación, en parte comunes, para llegar
luego a controlarlos.
En el próximo apartado
dedicado al control de la eyaculación se explican con más detalle alguno de
estos ejercicios.
Todo lo aquí expuesto debe necesariamente ser
comparado con lo expuesto en la literatura de los Maestres de la Ferrière y
Ferriz Olivares y del R. B. Jñàpika Satya Gurú.